Sin pensármelo dos veces me habría precipitado al abismo de tus labios.
Hubiera cogido carrerilla y con los ojos cerrados, hubiera saltado al precipicio ubicado en tu sonrisa.
Habría muerto por recibir la calidez y la suavidad que esconden las comisuras de tu boca y éstas me habrían servido de punto de apoyo para mover el mundo.
Pero me encontré con que se habían cerrado para mi, que no eran tus labios lo que me esperaba sino esas blancas y perfectamente alineadas paredes que me masticaron el alma hasta dejarla hecha añicos y que pararon mi caída a la nada con un golpe seco, atronador y asombrosamente indoloro. No fue el golpe lo que dolió, fue el darme cuenta de que la entrada al paraíso se me había denegado hasta nueva orden y que esa orden no iba a llegar nunca
domingo, 28 de febrero de 2016
El paraíso.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estupendo.
ResponderEliminarSigue así.
Muchísimas gracias, sobretodo por seguir aquí a pesar de mi inactividad y comentar.
EliminarUn beso.