domingo, 8 de mayo de 2016

Los guardianes del alma.

Hace no demasiado tiempo, se hallaba en mi interior un alma pura e intacta. Un alma que decidí regalar a una hada que por entonces, bajo mi punto de vista, era el ser más bondadoso y amable que se encontraba a mi alrededor. Decidí confiarle mi bien más preciado, aquello que algunos llamaban esencia y que otros, desde el escepticismo, decidían ignorar. Pero aquella preciosa hada, igual que vino, se fue. Y dejó mi alma partida en 7 trozos a causa de las palabras que escupía a su paso.
Me costó muchísimo volver a confiar en algo o en alguien y de hecho, a día de hoy sigo sin confiar en las hadas... Ahora los que custodian mi alma son guardianes, guardianes fuertes que se deshicieron del hada y su tropa cuando ésta vino arrastrándose a pedir perdón con el objetivo de destruir cada uno de los fragmentos que constituían mi ser.
Cada guardián custodia un fragmento de los siete que quedaron y el tamaño de este varía dependiendo de la confianza que yo haya depositado en el guardián.
El primer fragmento, el más pequeño, lo custodia un guardián al que fácilmente podría sustituir, alguien en quien confío pero que no tendría problema en dejar ir. En cambio, el séptimo trozo está entre las manos de mi guardián más preciado, un guardián tan peculiar que sus características se escapan al entendimiento humano pero, sobre todo, un guardián que tiene su propia historia.
Éste guardián, apareció en mi vida casi sin querer y en un abrir y cerrar de ojos consiguió que le entregara algo que no le había vuelto a confiar a nadie antes que al hada porque tenía muchísimo miedo de que ese fragmento, el más valioso, el más grande, el que contiene el latir de mi corazón, se resquebrajara y con el, toda mi vitalidad huyera en vano.
El guardián tenía una relación peculiar con el alma y un afán de protección casi irracional pero tenía un gran defecto o una gran virtud: Era un inconformista, no le bastaba con un fragmento de mi alma, él siempre quería más y como la mía ya estaba completamente protegida, iba en busca de almas perdidas dejando mi mayor tesoro al descubierto y partiéndolo en mil pedazos con su marcha.
El problema fue que al cabo del tiempo volvía, siempre volvía. Lo hacía con soplete en mano y a pesar de que las cicatrices eran visibles, reconstruía el fragmento con tanta facilidad que era prácticamente indoloro.
Pero un día, cuando mi alma no podía soportar un solo golpe más, el guardián vio un alma en pena vagando, pidiendo ayuda y una vez más se marchó causándole un dolor inhumano a todo mi ser y justo cuando creía que iba a volver, porque siempre volvía, mi alma se dio cuenta de que lo había perdido para siempre, se percató de que ahora su objetivo era sanar al alma apenada como un día lo estuvo ella misma y aceptó su porvenir.
La mayor sorpresa del alma fue despertar a mitad de la noche y descubrir que entre las sombras, estaba su guardián, que no la había abandonado sino que simplemente las condiciones habían cambiado. El alma era consciente de que la mayor parte de la atención del guardián estaba dirigida hacia su gran tesoro pero que de tanto en cuando, su preciado guardián volvía a echarle un vistazo para asegurarse de que no sufría ningún daño y se quedaba acurrucado a ella hasta el amanecer.
Desde entonces, ese es el fragmento de alma más feliz de mi ser porque con todas sus idas y venidas, sigue teniendo a su fiel guardián, de una forma o otra y es el único fragmento que no teme que un día el guardián se harte de protegerlo y se largue haciéndolo añicos.

domingo, 28 de febrero de 2016

El paraíso.

Sin pensármelo dos veces me habría precipitado al abismo de tus labios.
Hubiera cogido carrerilla y con los ojos cerrados, hubiera saltado al precipicio ubicado en tu sonrisa.
Habría muerto por recibir la calidez y la suavidad que esconden las comisuras de tu boca y éstas me habrían servido de punto de apoyo para mover el mundo.
Pero me encontré con que se habían cerrado para mi, que no eran tus labios lo que me esperaba sino esas blancas y perfectamente alineadas paredes que me masticaron el alma hasta dejarla hecha añicos y que pararon mi caída a la nada con un golpe seco, atronador y asombrosamente indoloro. No fue el golpe lo que dolió, fue el darme cuenta de que la entrada al paraíso se me había denegado hasta nueva orden y que esa orden no iba a llegar nunca

jueves, 11 de febrero de 2016

8. El encuentro.

Son las siete de la tarde y no podría estar más nerviosa. En tres horas conoceré al chico que ha estado semanas paseándose por mis sueños a su antojo y trastocando toda mi realidad.- Pensó Carla- No se que ponerme, no se si maquillarme, no se que vamos a hacer, ¿como se supone que tengo que decidir si arreglarme o no si ni siquiera se si vamos a quedarnos en el parque?
Después de media hora pensando sobre lo que podría o no pasar esa noche Carla optó por ponerse unos vaqueros negros y un crop top de rallas con una chaqueta de cuero y unas botas negras formando así un look elegante pero sencillo y válido para cualquier situación.

El parque quedaba a unos 15 minutos de su casa y el misterioso admirador secreto le había pedido que no llegara tarde así que a las 21:40 Carla salió de su casa en dirección a su árbol favorito, aquel en el que había pasado tardes enteras escribiendo y escuchando música. Cuando llegó allí eran las 21:55 y pensó que todavía le quedaba tiempo para admirar las maravillas que la naturaleza había creado miles de años atrás en ese parque y que ahora los humanos usaban para realizar actividades de ocio. Pero nada más lejos de la realidad, en cuanto levanto la vista hacia las ramas del árbol oyó una voz a su espalda.

-No te gires, confía en mi.- Dijo Jaime y seguidamente colocó un pañuelo rojo alrededor de los ojos de Carla haciendo así que ésta no viera absolutamente nada.- Se que ahora mismo estás intentando recordar a que compañero de clase pertenece esta voz para ponerme cara pero antes de enseñarte definitivamente quien soy me gustaría llevarte a un sitio especial para mi.¿Te parece bien?

-Mentiría si te dijera que ahora mismo no estoy asustada e intrigada a la vez pero si, me parece bien.

-De acuerdo, pues agárrate a mi brazo y mientras vamos hacia allá déjame contarte algo.- Dijo Jaime mientras cogía el brazo de Carla y lo envolvía con el suyo.- Verás, quiero que sepas quien soy antes de quitarte la venda de los ojos así que voy a explicarte la historia de como me fijé en ti y como surgió la idea de las notas. Sé que te va a parecer extraño pero hace un año cuando todavía no íbamos juntos a clase me fijé por casualidad en una chica que un día cualquiera pasaba por delante de mi clase y si, esa chica eras tú y podría decirte que me fijé en ti porque eres preciosa, que lo eres, pero no sería cierto. Me fijé en ti porque estabas llorando porque te acababas de pelear con unas amigas con las que después no volví a verte más. Al día siguiente estabas sentada delante de tu clase 10 minutos antes de que tocara el timbre y si te soy sincera no parecías la misma, te reías y cantabas sin voz pero con más sentimiento y emoción de lo que había visto cantar a nadie. Y a raíz de ahí se convirtió en costumbre observarte, se que suena a acosador pero nada más lejos de la realidad, y vi tu evolución, como hacías nuevos amigos, tus buenos y tus malos días, en fin la vida de un adolescente pero con más pasión. Y con la tontería empezaste a gustarme pero no me atrevía a conversar contigo hasta que un día, y debo decir que no elegí el mejor día, te dije que era la primera vez que te veía y te pregunté quien eras con la esperanza de que no me odiaras por ello.- En ese momento la imágenes del año anterior empezaron a recorrer la mente de Carla a la velocidad de la luz.- Y después del verano, cuando nos pusieron juntos en clase, mi mente no podía concebir una manera de entablar contacto contigo que no conllevara sacar a la luz aquella situación hasta que un día así de repente se me ocurrió la idea de hablarte sin que supieras quien soy y conquistarte de esa forma. Y ahí fue cuando nacieron las notas y los post-it. Y ahora ya me callo. -No, por favor, su voz es tan dulce, tan melódica... Sus palabras enamoran incluso más pronunciadas por el.- ¿Clara, estas ahí?

-Sí, yo... me había quedado pensando en todo lo que acabas de decir y por favor, no te calles, quiero seguir escuchando tu voz, es tan placentero después de tener que imaginar como sería leyendo las notas. Y pensar que te he tenido delante todo este tiempo, a mi lado, ¿como no me he dado cuenta?

-Soy bueno fingiendo, mira, ya hemos llegado, voy a quitarte la venda ¿vale? Aunque me gustaría abrazarte primero por si cuando me veas sales corriendo.

-No voy a salir corriendo, Jaime.- Dice Clara sonriendo.


Clara y Jaime se unen en un emotivo y cálido abrazo que para ellos parece más corto de lo que es en realidad y cuando se separan, éste le quita el pañuelo de los ojos a ella que sorprendida se lleva las manos a la cabeza sin poder creer que alguien se haya tomado tantos esfuerzos con ella.