lunes, 9 de febrero de 2015

Quiero.

Quiero sentirme viva o tener motivos para morir. Sonreír o que mis llantos cobren sentido, dejar de sentir que los sentimientos no son recíprocos, que el agua resbale por mi espalda y me estremezca o que ésta quede insensible por siempre, que tus labios y los mios se atraigan como polos opuestos o que las ganas desaparezcan con el llanto de ayer, que mis pensamientos se ordenen a la par que mis libros, dejar de querer, sentirme querida, que pienses en mi o dejar de importarte, que el frío me queme, que tu calor me hiele, dejar de sentirme desnuda al expresar lo que siento, desnudar tus palabras a cada momento, que seas la causa del rubor en mis mejillas, dejar de sonrojarme por tonterías, que la inspiración me ilumine, que la luz me inspire, iluminar la inspiración y dejar de divagar por el mundo de la imaginación.
Quiero saber lo que quiero.
Te quiero.

Carencia.

Me siento vacía y algo no encaja. Quizá el nudo en mi garganta es el llanto de mi alma, quizá mi sonrisa demuestra agonía, quizá la culpa atormenta mi sueño, quizá este sentimiento al entendimiento escapa. Quizá no sea vacío sino nada, o angustia, o tristeza, o algo jamás sentido.
Quizá solo sea carencia. ¿Pero carencia de que? No es amor, no es amistad, no es afecto, no es nada. Solo carencia.
¿Carencia de sentido?¿De inspiración?¿De dolor? Quizá solo carencia.
¿Carencia de dolor?¿Acaso eso existe?¿Si hay carencia amorosa porque no de dolor?¿Pero no es la agonía similar al dolor? El nudo en mi garganta agobia, pero no es dolor, no es odio, no es nada salvo agonía. Solo impide que hable, que piense, que sienta, que duela y que descubra mi carencia. Pero no duele, al fin y al cabo, es solo carencia.