Estoy tumbada en lo que parece ser el suelo de una habitación, abro los ojos y a excepción de la tenue luz de una vela, todo está a oscuras. Percibo un olor extraño, aunque no desagradable, es como una mezcla del olor de la lluvia y el de la sangre.
Me levanto, cojo la vela e intento orientarme pero no recuerdo haber estado aquí antes, es más, no recuerdo siquiera como he llegado aquí.
-¿Hola?
No hay respuesta. Empiezo a andar alrededor y no se si es culpa de la luz pero parece ser que las paredes están teñidas de rojo.
Siento una corriente de aire a mi espalda, me dirijo hacia ella con cautela y oigo un murmullo que no consigo entender. Sigo andando, miro hacia delante y veo una escalera.
-¿¡Hola!? ¿Hay alguien ahí?- el murmuro no cesa pero sigo sin entender que dice.
Decido avanzar y cuando piso el primer escalón tengo una sensación extraña, ese escalón no tiene la misma consistencia que el suelo, mi pie empieza a hundirse en el como si este no quisiera que bajara, pero algo me llama, tengo que seguir bajando.
Llego al final de la escalera y me encuentro con una puerta. No es muy grande pero si muy extraña, es de color negro y el pomo es dorado y en forma de cuchillo. Me decido a abrir la puerta pero nada mas tocarlo, el llanto de un niño empieza a resonar por todas partes y aparece una inscripción en la puerta a la vez que el pomo cae al suelo "Si quieres entrar, al cuchillo debes alimentar". La leo en alto y el pomo se torna en un verdadero cuchillo.
Normalmente la cobardía me haría huir pero algo me dice que no acabaría bien si lo hago.
Cojo el cuchillo, me corto la palma de la mano y dejo que este se impregne con mi sangre. Poco a poco el rojo se vuelve dorado y cuando vuelve a su color original, vuelve también a la puerta haciendo que ésta se abra poco a poco.
Entro en la habitación y el llanto cesa. Una luz blanca ilumina todo el cuarto y en el hay decenas de estanterías con miles de libros sobre el destino, los astros, la vida y la muerte, en el centro hay una mesa de madera y una silla. El murmuro vuelve a empezar. Dirijo mi mirada a la esquina mas lejana de la habitación y allí entre libros me encuentro un hombre. Tiene la cara consumida por el miedo, los ojos inyectados en sangre y jo hace mas que repetir la misma frase una y otra vez con una voz que demuestra su locura.
+ No puedes cambiar el destino, no puedes cambiar el destino, no puedes...- me ve y se le dibuja una sonrisa en la cara.
-Hola- digo asustada- no quiero hacerte daño, no se como he llegado aquí.
+Ha funcionado- dice creyendo que no le escucho- Ahora puedo cambiar el destino.
Su cara de locura me asusta y el se da cuenta de ello así que intenta cambiarla y sonreír de forma tranquilizadora pero solo consigue asustarme cada vez más.
-¿El destino? ¿Para que quieres cambiarlo?
+Shhht, no puedo contártelo, si no el señor del destino no me dejará cambiarlo ¡Y tengo que hacerlo!- se exalta y cuando intenta calmarse veo como su cara empalidece.
-No entiendo nada. ¿Porque se supone que estoy aquí?
+¡Me desesperas, niñita! ¡Ya te lo he dicho! ¡Para cambiar mi destino!- La cara se le deforma cada vez más y su voz se torna cada vez mas inquietante.
-¿Y para que iba a querer yo cambiar tu destino, si ni siquiera te conozco?
+No quieres, pero lo harás de todas formas.
Saca un cuchillo y se dirige hacia mi. Su cara parece cada vez mas siniestra, como si envejeciera y se fuera cayendo a trozos.
-¿Donde vas con eso? ¡Para!
Se acerca cada vez más a mi, al mismo tiempo que voy retrocediendo hasta que me acorrala en una esquina. Intento zafarme de el y darle la vuelta a la situación pero me clava sus largas uñas en el brazo y empieza a rajarlo con el cuchillo. Hace un corte desde el hombro hacia la muñeca y la sangre comienza a esparcirse por el suelo y a impregnar el cuchillo. Lame la hoja del cuchillo y con un tono burlón pero igual de macabro dice.
+¿Quieres? Está muy rica.- Su cara rejuvenece por momentos y parece cada vez más humana.
Me mira directamente a los ojos y con una expresión un tanto inquietante dice:
+ Entiendelo, en el fondo eres buena chica pero era o tu o yo y tenía que cumplirse la profecía, a demás ni siquiera te conozco.- Sonríe como si lo hubiera dicho de forma sincera pero la carcajada que sigue delata que disfruta con esto.
Pone el cuchillo en mi cuello y su mano debajo haciendo fuerza y clavándome las uñas de nuevo para que no pueda moverme.
+ Esto te va a doler, preciosa.- Esa sonrisa me desquicia.
Clava la punta del cuchillo en el lateral de mi cuello y empieza a cortar en zig zag horizontal, no puedo reprimir los gritos pero cuanto mas chillo más sangre y mas dolor inundan mi cuerpo.
Lame el cuchillo de nuevo y después pasa na lengua lenta y cuidadosamente por toda la herida, las punzadas de dolor son tan intensas que no se como sigo consciente. Cada vez más su cuerpo, su cara y su voz vuelven a la normalidad. Me suelta en el suelo, me estoy desangrando y sigo teniendo el fantasma de su lengua en mi cuello, nadie va a ayudarme, no entiendo porque no me quedo inconsciente de una vez. Se da cuenta de que puedo escucharle y empieza a decir con una voz propia de un chico joven.
+La profecía dice que cada 80 años tengo que volver aquí y que por obra de un ser divino, alguien de corazón puro vendrá, solo tengo que degollarla y saborear su sangre y me otorgará otros 80 años de vida. Las primeras veces intentaba hacer el menor daño posible pero la profecía no funcionaba y tardaba otra semana mas en venir alguien de corazón puro. Me pasé varios años aquí dentro buscando una cura para la profecía, en todos y cada uno de los libros pero no hubo solución. La profecía también dice que una vez la encuentras no puedes librarte de ella pero tienes el poder de cambiar tu destino, de vivir más y poco a poco ese deseo te va consumiendo y aprendes a disfrutar de la muerte de las almas puras y con el tiempo no puedes vivir sin el sabor de la sangre. Me disculparía por tu muerte pero en realidad es más bien culpa tuya y de tu extraño corazón puro.
Es culpa mía. Quedo inconsciente y muero, pensando que incluso mi propia muerte, es culpa mía.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Destino.
lunes, 29 de septiembre de 2014
Recuerdos de otoño.
También me recuerda a todos los "te quiero" que no pude decirte entre rayos y truenos, a todos los sueños que no pude cumplir a tu lado aunque lo deseara con todas mis fuerzas y a todos los días de tormenta en que me perdí sin ti.
El otoño es corto pero intenso al igual que lo fue nuestra historia. La única diferencia es que el otoño no perdura en el tiempo y estoy segura de que lo nuestro, de una forma u otra, durara para siempre.
Llega el otoño y me haces falta. No me malinterpretes, no es que en verano no te quisiera a mi lado -aunque en realidad nunca me gustaron los amores de verano- es solo que el otoño me recuerda a ti y a todo lo que quisimos tener y no tuvimos.
lunes, 22 de septiembre de 2014
Empecemos de nuevo.
Hay cosas que es mejor dejar que fluyan y hay cosas que es mejor dejarlas atrás. Partir sin girarte a recordar, sin prestar atención a que el mundo que hay detrás está hecho pedazos y mirar al frente donde te espera un parque cubierto de césped e infestado de rosas -eso si, cuidado con las espinas- deseando que pases allí tu tiempo prendada de su olor y de la seguridad que transmiten.
Pero si entras allí, cuidado, no pienses ni un momento que los recuerdos de la catástrofe y sus cenizas se irán de tu mente. Aunque bueno... Quizá no necesites que se vayan, mas necesitaras que se camuflen y que reaparezcan cuando pienses que el nuevo mundo esta a punto se estallar para ayudarte a recordar que puedes evitarlo.
Después de esto, si decides entrar, podrás abrir paso a nuevos comienzos que solaparan tus heridas que aunque no terminen de cicatrizar -recuerda, el dolor hay que sentirlo y debes recordar- estarán lo suficientemente sanas para que puedas ser feliz y sonará a tópico pero de los errores se aprende y probablemente no hagas otro mundo estallar.
Después de pensar y aceptar las condiciones, estoy segura, quiero entrar. ¿Y tu? ¿Que me dices? ¿Cuento contigo para volver a empezar?
viernes, 12 de septiembre de 2014
Soledad sin vida.
sábado, 6 de septiembre de 2014
Sentir(te)
No puedo sentir tus labios acariciando los mios para fundirnos es un suave beso pero al menos sigo teniendo la capacidad de sentir... De sentir la música correteando sobre mis terminaciones nerviosas y recorriendo cada centímetro de mi piel como me gustaría que tus manos hicieran, haciéndome sentir viva por el simple hecho de poder reír o llorar como tantas otras veces eras tu quien lo hacía posible, inundándome de sentimientos que desconocía totalmente y transmitiéndome la misma paz y tranquilidad que tu me transmitiste el día que nos conocimos, arrastrándome a lugares en los que solo querría estar contigo y volviéndome loca tirada en la cama por tener la sensación de que estas aquí sujetando mi mano y escuchando la misma canción que yo. Aunque no es de música de lo que trata este escrito. Más bien de sentir. Sentirte.
lunes, 18 de agosto de 2014
La llamada de la tormenta.
A menudo los días soleados se vuelven tormentosos y curiosamente esa es la parte que más me gusta. Ese momento en el que la mayoría temen a los truenos mientras a mi me invade la felicidad por ver como el cielo se ilumina gritando que ama la vida, ese instante de placer en que me siento delante de la ventana a observar como las gotas compiten por ver quien llega mas lejos como si incluso ellas tuvieran una historia que contar, ese momento en que el té rojo tiñe mis labios y mi vista comienza a moverse por las hojas de un buen libro, ese momento en el que sólo existimos yo y la tormenta.
Mucha gente dice que después de la tormenta llega la calma, pero para mi no hay calma alguna sin relámpagos, truenos y lluvia. Por eso espero paciente a que un día soleado se transforme y pueda yo acudir a la llamada de la tormenta.
lunes, 12 de mayo de 2014
¿Es tanto pedir?
domingo, 2 de marzo de 2014
Y ya no pude mas...
Desde que papá murió las cosas en casa se van haciendo cada día mas difíciles...
Mamá ha dado de lado a toda la familia exceptuando a mi hermana Ana con la que va a todas partes, como la odio por ello, mama me ignora por su culpa. Por otro lado mis hermanos Ruben y Alex, que siempre se habían llevado fatal y se habían centrado solo en mi, han empezado a ir juntos a todos lados y a apartarme de ellos. No puedo soportarlo. Siempre he querido a Alex más que a ninguno y al igual que antes me ayudaba hasta con los deberes, ahora no me hace ni el más mínimo caso, pero a el aún le quiero.
Odio tanto estar en casa que siempre como por ahí después de clase, ¿para que voy a ir a un sitio donde no se me aprecia pudiendo comer en cualquier otro sitio?
Precisamente hoy me he parado a comer al burguer pero antes le he escupido en la cara a la chica que me ha hecho siempre la vida imposible. Antes Alex y Ruben me defendían pero des de que pasó aquello nada ha vuelto a ser igual, la muerte de papá nos cambio a todos, como odio a ese maldito borracho hijo de puta que le arroyó con su flamante todo terreno, debería ser él el que estuviera muerto.
El caso es que le he escupido a esa chica porque ya que hoy es mi ultimo día de vida puedo permitírmelo.
Lo tengo todo planeado. Hoy es martes y los martes nunca hay nadie en casa después de las 4. Yo salgo de clase a las 2 y termino de comer a las 2:30, luego solo tengo que ir 1 hora a la biblioteca y irme a casa. Y así lo hago.
Al llegar a casa, como ya suponía, no hay nadie. Voy a la cocina y cojo el cuchillo que siempre usaba papá para todo, voy a mi habitación y me siento en el suelo con la espalda apoyada en la cama, miro al techo (ahí esta el póster de una banda que siempre me había sacado de mis penas hasta ahora), Gracias!, digo mirando con pena, ya no hay vuelta atrás, ni quiero ni puedo vivir Y lo hago, duele y veo la sangre brotar pero no paro, lo necesito, apretó hasta que veo que la sangre no va a parar y dejo caer el cuchillo casi inconsciente, al final muero con una sonrisa en la cara, soy feliz.