Esa sensación perenne de que
nunca seré suficiente.
Que por mucho que me esfuerce
acabaré cayendo siempre.
Que no hay dios
ni ente que me salve,
que me acune y me susurre
que nunca más estaré en jaque.
Que perder ya es costumbre
y no soporto la duda y la incertidumbre.
Que vivir a oscuras ya no es vida
y no encuentro a quién me alumbre.
Que viví en Venecia
y rompí mi góndola de un suspiro.
Que me ahogué
en un amor no correspondido.
Magnífico.
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