A veces mientras recorremos las sendas que supuestamente nos ha impuesto el destino tropezamos con piedras mayores que el mismísimo Everest., piedras que deberíamos esquivar o escalar para seguir a delante pero nuestro incesante intento por arruinar nuestra propia vida hace que caigamos en la tentación y acabemos prendados de esa piedra cual moscas de la miel. Hasta que un día la piedra se vuelve roca, la roca acero y nosotros polvo enterrado bajo una superficie enorme de desilusión e ideas preestablecidas que poco a poco nos habían ido consumiendo convirtiendo nuestro cerebro en un amasijo de fibras musculares y neuronas sin ninguna función más que mantenernos vivos y adictos a esa piedra.
Y por eso digo a la mierda el destino, a la mierda la piedra, a la mierda las ilusiones y las ideas preestablecidas, a la mierda la idea de felicidad que nos nubla la vista sin dejarnos observar que la misma esta delante de nuestras narices ya sea en la sonrisa de un niño o en un concierto de rock, a la mierda los prejuicios diré siempre conscientemente, pues no hacen mas que provocar discusiones y desprendimientos que acaban siendo piedras en caminos, a la mierda las etiquetas que te ponen entre la espada y la pared haciéndote pensar que toda la culpa es tuya y que perteneces a esa enorme piedra que no quiere apartarse de tu camino, a la mierda las amienemigas que te clavan la daga a la espalda en cuanto te das media vuelta y a la mierda las palabras que acaban estallando en la cara cual globo de agua en una noche de verano.
Me gusta mucho este escrito es muy realista
ResponderEliminarPd bsitos soy nuria
Cuando escribimos desde dentro siempre salen escritos realistas, me alegro de que te guste, de verdad.
EliminarUn beso enorme.