Resulta gracioso,
ver que lo que antes era vida
ahora te resulta odioso.
Observar como tu sonrisa, antes
diosa de mi olimpo,
no es más que dolor enmascarado
tras tu rostro.
Y que todas tus heridas vienen
de aquel día,
donde “tu” y “yo”, pasó
a ser un “nosotros”.
Gracioso que el pasado, presente
y futuro
crearan en conjunto un clima
oscuro y taciturno.
Que las hojas de los arboles
cayeran
a la misma velocidad que los
buenos recuerdos
y que estos quedaran hechos
trizas
a merced de tus “prácticos”
remedios.
Gracioso que la cura a mis
abismos fueran tus labios
y que tus ojos fueran mis más
preciados acantilados.
Gracioso que nos azotara aquel
giro de 180 grados
trastocando todos y cada uno de
nuestros abrazos,
demoliendo cada uno de nuestros
secretos
y dejando nuestras almas hechas
pedazos.
Gracioso que todo esto sean solo
tristes relatos
de realidades confusas
enmarañadas en lagrimas.
Y que esos días del futuro
presente pasado
se retuerzan escondidos en lo
más profundo de nuestras almas.
Gracioso, catalogar todo esto de
gracioso.